jueves, 25 de junio de 2015

Genera el mundo virtual nuevo miedo: fomo o temor a perderse

Les compartimos este artículo que habla sobre la actitud que se tiene ante las redes sociales, la pregunta fundamental es ¿qué tanto favorece esto a la relación humana?



En mentes vulnerables causa ansiedad, depresión y trastornos del sueño
Genera el mundo virtual nuevo miedo: fomo o temor a perderse

Se caracteriza por el deseo obsesivo de navegar por Internet
Está ligado con percances automovilísticos fatales
En Corea del Sur se reconoce como un problema de salud nacional

Emir Olivares Alonso

Suena el despertador y, antes de poner las ideas en claro tras un profundo sueño, el primer reflejo de la mañaña es buscar el smartphone para revisar las redes sociales. La ansiedad por saber qué han publicado los demás durante el tiempo en que se durmió puede llegar a ser estresante. Por las noches sucede lo mismo: antes de dormir hay que revisar invariablemente estas plataformas para presumir lo hecho en el día y verificar qué hicieron los otros.
Se trata de un nuevo miedo generado por el mundo virtual: no ser partícipe de experiencias gratas para otras personas. De forma coloquial se le conoce como fomo –siglas en inglés de fear of missing out (miedo de perderse)–, explicó José Alejandro Medina Rodríguez, egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y organizador del encuentro Conecta 2.1. Más Allá de las Redes Sociales.
El fenómeno se caracteriza por el deseo obsesivo de navegar a través de Internet para atestiguar las vivencias ajenas y comparar experiencias y posesiones propias con las de los demás. En mentes vulnerables esto puede generar ansiedad, depresión y trastornos del sueño, entre otros síntomas.
El experto aseveró que la adicción a estas plataformas puede ser tal que muchos usuarios suelen protagonizar desplantes por nimiedades como quedarse sin señal de wifi u olvidar el celular en casa. Una investigación realizada en Estados Unidos encontró que a mayores niveles de esta afección, menor satisfacción por la vida.
Si bien son más propensos a padecer este problema individuos introvertidos (que buscan en lo virtual formas de interacción no practicadas en escenarios reales), los extrovertidos también las emplean como una manera de ganar reconocimiento y exhibirse.
Estudios realizados por empresas dedicadas al monitoreo del tráfico en la web indican que las redes sociales más consultadas son Facebook –la más exitosa y popular–, Google, YouTube, Twitter, Linkedin, Instagram, entre otras.
Se calcula que a escala mundial hay más de 3 mil millones de usuarios de Internet y de ellos poco más de 90 por ciento usa las redes sociales.
Estudio sobre los hábitos de los usuarios de internet en México 2015, investigación realizada por la Asociación Mexicana de Internet, muestra que en 2014 había 53.9 millones de internautas en el país que en promedio pasan conectados seis horas 11 minutos.
El reporte revela que nueve de cada 10 internautas mexicanos acceden a una red social y por primera ocasión en los resultados del estudio el acceso a estas plataformas es la principal actividad online. Agrega que casi seis de cada 10 usuarios (58 por ciento) se conecta a la web a través de un smartphone.
Uno de los datos presentados en el encuentro –difundido por la Dirección General de Comunicación Social de la UNAM– destacó la velocidad con la que Facebook se hizo de millones de usuarios. Álvaro Gordoa, consultor de imagen pública indicó que la radio requirió cuatro décadas para alcanzar 60 millones de escuchas y a la televisión le llevó tres lustros llegar a la misma cantidad de televidentes, mientras al correo electrónico le significó cinco años desde su popularización obtener ese número de usuarios; sin embargo, la red creada por Mark Zuckerberg alcanzó los 100 millones de internautas en tan sólo nueve meses.
Medina Rodríguez, organizador del encuentro, refirió que el fomo está ligado con accidentes automovilísticos, sobre todo en adolescentes, quienes en su obsesión de estar conectados manejan y manipulan sus dispositivos móviles al mismo tiempo. En Estados Unidos estas distracciones causan cada año más percances fatales entre conductores menores de edad (cerca de 3 mil) que entre conductores ebrios (2 mil 700).
En China se aplicó un estudio a dos grupos: uno con usuarios que pasaban de ocho a 13 horas al día conectados, y otro con sujetos que no demoraban más de 120 minutos. Todos los participantes fueron sometidos a un escáner cerebral y los primeros mostraron daños en la materia gris.
En Corea del Sur –país con el mayor número de habitantes con acceso a la red–, el fomo ha sido denominado demencia digital y se le ha declarado un problema de salud nacional que es tratado en 200 centros de rehabilitación.

miércoles, 24 de junio de 2015

La Carta Magna de la ecología integral: grito de la Tierra-grito de los pobres, Leonardo Boff



La Carta Magna de la ecología integral: grito de la Tierra-grito de los pobres
18/06/2015
Antes de hacer cualquier comentario vale la pena resaltar algunas singularidades de la encíclica Laudato sí del Papa Francisco.
Es la primera vez que un Papa aborda el tema de la ecología en el sentido de una ecología integral (por tanto que va más allá de la ambiental) de forma tan completa. Gran sorpresa: elabora el tema dentro del nuevo paradigma ecológico, cosa que ningún documento oficial de la ONU ha hecho hasta hoy. Fundamenta su discurso con los datos más seguros de las ciencias de la vida y de la Tierra. Lee los datos afectivamente (con inteligencia sensible o cordial), pues discierne que detrás de ellos se esconden dramas humanos y mucho sufrimiento también por parte de la madre Tierra. La situación actual es grave, pero el Papa Francisco siempre encuentra razones para la esperanza y para confiar en que el ser humano puede encontrar soluciones viables. Enlaza con los Papas que le precedieron, Juan Pablo II y Benedicto XVI, citándolos con frecuencia. Y algo absolutamente nuevo: su texto se inscribe dentro de la colegialidad, pues valora las contribuciones de decenas de conferencias episcopales del mundo entero, desde la de Estados Unidos a la de Alemania, la de Brasil, la de la Patagonia-Comahue, la del Paraguay. Acoge las contribuciones de otros pensadores, como los católicos Pierre Teilhard de Chardin, Romano Guardini, Dante Alighieri, su maestro argentino Juan Carlos Scannone, el protestante Paul Ricoeur y el musulmán sufí Ali Al-Khawwas. Los destinatarios somos todos los seres humanos, pues todos somos habitantes de la misma casa común (palabra muy usada por el Papa) y sufrimos las mismas amenazas.
El Papa Francisco no escribe en calidad de Maestro y Doctor de la fe sino como un Pastor celoso que cuida de la casa común y de todos los seres, no sólo de los humanos, que habitan en ella.
Un elemento merece ser destacado, pues revela la «forma mentis» (la manera de organizar su pensamiento) del Papa Francisco. Este es tributario de la experiencia pastoral y teológica de las iglesias latinoamericanas que a la luz de los documentos del episcopado latinoamericano (CELAM) de Medellín (1968), de Puebla (1979) y de Aparecida (2007) hicieron una opción por los pobres contra la pobreza y a favor de la liberación.
El texto y el tono de la encíclica son típicos del Papa Francisco y de la cultura ecológica que ha acumulado, pero me doy cuenta de que también muchas expresiones y modos de hablar remiten a lo que viene siendo pensado y escrito principalmente en América Latina. Los temas de la «casa común», de la «madre Tierra», del «grito de la Tierra y del grito de los pobres», del «cuidado», de la «interdependencia entre todos los seres», de los «pobres y vulnerables», del «cambio de paradigma», del «ser humano como Tierra» que siente, piensa, ama y venera, de la «ecología integral» entre otros, son recurrentes entre nosotros.
La estructura de la encíclica obedece al ritual metodológico usado por nuestras iglesias y por la reflexión teológica ligada a la práctica de liberación, ahora asumida y consagrada por el Papa: ver, juzgar, actuar y celebrar.
Comienza revelando su principal fuente de inspiración: San Francisco de Asís, al que llama «ejemplo por excelencia de cuidado y de una ecología integral, y que mostró una atención especial por los más pobres y abandonados» (n.10; n.66).
Y entonces empieza con el ver: «Lo que le está pasando a nuestra casa» (nn.17-61). Afirma el Papa: «basta mirar la realidad con sinceridad para ver que hay un gran deterioro de nuestra casa común» (n.61). En esta parte incorpora los datos más consistentes referentes a los cambios climáticos (nn.20-22), la cuestión del agua (n.27-31), la erosión de la biodiversidad (nn.32-42), el deterioro de la calidad de la vida humana y la degradación de la vida social (nn.43-47), denuncia la alta tasa de iniquidad planetaria, que afecta a todos los ámbitos de la vida (nn.48-52), siendo los pobres las principales víctimas (n. 48).
En esta parte hay una frase que nos remite a la reflexión hecha en América Latina: «Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el grito de la Tierra como el grito de los pobres» (n.49). Después añade: «el gemido de la hermana Tierra se une al gemido de los abandonados del mundo» (n.53). Esto es absolutamente coherente, pues al principio ha dicho que «nosotros somos Tierra» (n. 2; cf. Gn 2,7), muy en la línea del gran cantor y poeta indígena argentino Atahualpa Yupanqui: «el ser humano es Tierra que camina, que siente, que piensa y que ama».
Condena la propuesta de internacionalización de la Amazonia que «solamente serviría a los intereses económicos de las multinacionales» (n.38). Hace una afirmación de gran vigor ético: «es gravísima iniquidad obtener importantes beneficios haciendo pagar al resto de la humanidad, presente y futura, los altísimos costos de la degradación ambiental» (n.36).
Con tristeza reconoce: «nunca habíamos maltratado y lastimado a nuestra casa común como en los dos últimos siglos» (n.53). Frente a esta ofensiva humana contra la madre Tierra que muchos científicos han denunciado como la inauguración de una nueva era geológica –el antropoceno– lamenta la debilidad de los poderes de este mundo que, engañados, «piensan que todo puede continuar como está» como coartada para «mantener sus hábitos autodestructivos» (n.59) con «un comportamiento que parece suicida» (n.55).
Prudente, reconoce la diversidad de opiniones (nn.60-61) y que «no hay una única vía de solución» (n.60). Así y todo «es cierto que el sistema mundial es insostenible desde diversos puntos de vista porque hemos dejado de pensar en los fines de la acción humana» (n.61) y nos perdemos en la construcción de medios destinados a la acumulación ilimitada a costa de la injusticia ecológica (degradación de los ecosistemas) y de la injusticia social (empobrecimiento de las poblaciones). La humanidad simplemente «ha defraudado las expectativas divinas» (n.61).
El desafío urgente, entonces, consiste en «proteger nuestra casa común» (n.13); y para eso necesitamos, citando al Papa Juan Pablo II: «una conversión ecológica global» (n.5); «una cultura del cuidado que impregne toda la sociedad» (n.231).
Realizada la dimensión del ver, se impone ahora la dimensión del juzgar. Juzgar que es planteado en dos vertientes, una científica y otra teológica.
Veamos la científica. La encíclica dedica todo el tercer capítulo al análisis «de la raíz humana de la crisis ecológica» (nn.101-136). Aquí el Papa se propone analizar la tecnociencia sin prejuicios, acogiendo lo que ha traído de «cosas realmente valiosas para mejorar la calidad de vida del ser humano» (n. 103). Pero este no es el problema, sino que se independizó, sometió a la economía, a la política y a la naturaleza en vista de la acumulación de bienes materiales (cf.n.109). La tecnociencia parte de una suposición equivocada que es la «disponibilidad infinita de los bienes del planeta» (n.106), cuando sabemos que ya hemos tocado los límites físicos de la Tierra y que gran parte de los bienes y servicios no son renovables. La tecnociencia se ha vuelto tecnocracia, una verdadera dictadura con su lógica férrea de dominio sobre todo y sobre todos (n.108).
La gran ilusión, hoy dominante, reside en creer que con la tecnociencia se pueden resolver todos los problemas ecológicos. Esta es una idea engañosa porque «implica aislar las cosas que están siempre conectadas» (n.111). En realidad, «todo está relacionado» (n.117) «todo está en relación» (n.120), una afirmación que recorre todo el texto de la encíclica como un ritornelo, pues es un concepto-clave del nuevo paradigma contemporáneo. El gran límite de la tecnocracia está en el hecho de «fragmentar los saberes y perder el sentido de totalidad» (n.110). Lo peor es «no reconocer el valor propio de cada ser e incluso negar un valor peculiar al ser humano» (n.118).
El valor intrínseco de cada ser, por minúsculo que sea, está destacado de manera permanente en la encíclica (n.69), como lo hace la Carta de la Tierra. Negando ese valor intrínseco estamos impidiendo que «cada ser comunique su mensaje y dé gloria a Dios» (n.33).
La mayor desviación producida por la tecnocracia es el antropocentrismo. Este supone ilusoriamente que las cosas solo tienen valor en la medida en que se ordenan al uso humano, olvidando que su existencia vale por sí misma (n.33). Si es verdad que todo está en relación, entonces «nosotros los seres humanos estamos juntos como hermanos y hermanas y nos unimos con tierno cariño al hermano sol, a la hermana luna, al hermano río y a la madre Tierra» (n.92). ¿Cómo podemos pretender dominarlos y verlos bajo la óptica estrecha de la dominación?
Todas las «virtudes ecológicas» (n.88) se pierden por la voluntad de poder como dominación de los otros y de la naturaleza. Vivimos una angustiante «pérdida del sentido de la vida y del deseo de vivir juntos» (n.110). Cita algunas veces al teólogo ítalo-alemán Romano Guardini (1885-1968), uno de los más leídos a mediados del siglo pasado, que escribió un libro crítico contra las pretensiones de la modernidad (n.105 nota 83: Das Ende der Neuzeit, El ocaso de la Edad Moderna, 1958).
La otra vertiente del juzgar es de corte teológico. La encíclica reserva un buen espacio al «Evangelio de la Creación» (nn. 62-100). Parte justificando el aporte de las religiones y del cristianismo, pues siendo la crisis global, cada instancia debe, con su capital religioso, contribuir al cuidado de la Tierra (n.62). No insiste en las doctrinas sino en la sabiduría presente en los distintos caminos espirituales. El cristianismo prefiere hablar de creación en vez de naturaleza, pues la «creación tiene que ver con un proyecto de amor de Dios» (n.76). Cita, más de una vez, un bello texto del libro de la Sabiduría (11,24) donde aparece claro que «la creación pertenece al orden del amor» (n.77) y que Dios es “el Señor amante de la vida” (Sab 11,26).
El texto se abre a una visión evolucionista del universo sin usar esa palabra, hace un circunloquio al referirse al universo «compuesto por sistemas abiertos que entran en comunión unos con otros» (n.79). Utiliza los principales textos que ligan a Cristo encarnado y resucitado con el mundo y con todo el universo, haciendo sagrada la materia y toda la Tierra (n.83). Y en este contexto cita a Pierre Teilhard de Chardin (1881-1955, n.83 nota 53) como precursor de esta visión cósmica.
El hecho de que Dios-Trinidad sea relación de divinas Personas tiene como consecuencia que todas las cosas en relación sean resonancias de la Trinidad divina (n.240).
Citando al Patriarca Ecuménico de la Iglesia ortodoxa, Bartolomeo «reconoce que los pecados contra la creación son pecados contra Dios» (n.7). De aquí la urgencia de una conversión ecológica colectiva que rehaga la armonía perdida.
La encíclica concluye esta parte acertadamente: «el análisis mostró la necesidad de un cambio de rumbo… debemos salir de la espiral de autodestrucción en la que nos estamos hundiendo» (n.163). No se trata de una reforma, sino, citando la Carta de la Tierra, de buscar «un nuevo comienzo» (n.207). La interdependencia de todos con todos nos lleva a pensar «en un solo mundo con un proyecto común» (n.164).
Ya que la realidad presenta múltiples aspectos, todos íntimamente relacionados, el Papa Francisco propone una “ecología integral” que va más allá de la ecología ambiental a la que estamos acostumbrados (n.137). Ella cubre todos los campos, el ambiental, el económico, el social, el cultural y también la vida cotidiana (n.147-148). Nunca olvida a los pobres que testimonian también su forma de ecología humana y social viviendo lazos de pertenencia y de solidaridad de los unos con los otros (n.149).
El tercer paso metodológico es el actuar. En esta parte, la encíclica se atiene a los grandes temas de la política internacional, nacional y local (nn.164-181). Subraya la interdependencia de lo social y de lo educacional con lo ecológico y constata lamentablemente las dificultades que trae el predominio de la tecnocracia, dificultando los cambios que refrenen la voracidad de acumulación y de consumo, y que puedan inaugurar lo nuevo (n.141). Retoma el tema de la economía y de la política que deben servir al bien común y a crear condiciones para una plenitud humana posible (n.189-198). Vuelve a insistir en el diálogo entre la ciencia y la religión, como viene siendo sugerido por el gran biólogo Edward O. Wilson (cf. el libro La creación: cómo salvar la vida en la Tierra, 2008). Todas las religiones «deben buscar el cuidado de la naturaleza y la defensa de los pobres» (n.201).
Todavía en el aspecto del actuar desafía a la educación en el sentido de crear una «ciudadanía ecológica» (n.211) y un nuevo estilo de vida, asentado sobre el cuidado, la compasión, la sobriedad compartida, la alianza entre la humanidad y el ambiente, pues ambos están umbilicalmente ligados, la corresponsabilidad por todo lo que existe y vive y por nuestro destino común (nn.203-208).
Finalmente, el momento de celebrar. La celebración se realiza en un contexto de «conversión ecológica» (n.216) que implica una «espiritualidad ecológica» (n.216). Esta se deriva no tanto de las doctrinas teológicas sino de las motivaciones que la fe suscita para cuidar de la casa común y «alimentar una pasión por el cuidado del mundo» (216). Tal vivencia es antes una mística que moviliza a las personas a vivir el equilibrio ecológico, «el interior consigo mismo, el solidario con los otros, el natural con todos los seres vivos y el espiritual con Dios» (n.210). Ahí aparece como verdadero que «lo menos es más» y que podemos ser felices con poco.
En el sentido de la celebración «el mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza» (n.12).
El espíritu tierno y fraterno de San Francisco de Asís atraviesa todo el texto de la encíclica Laudato sí. La situación actual no significa una tragedia anunciada, sino un desafío para que cuidemos de la casa común y unos de otros. Hay en el texto levedad, poesía y alegría en el Espíritu e indestructible esperanza en que si grande es la amenaza, mayor aún es la oportunidad de solución de nuestros problemas ecológicos.
Termina poéticamente “Más allá del sol”, con estas palabras: «Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten la alegría de la esperanza» (n.244).
Me gustaría acabar con las palabras finales de la Carta de la Tierra que el mismo Papa cita (n.207): «Que nuestro tiempo se recuerde por despertar a una nueva reverencia ante la vida, por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad, por acelerar la lucha por la justicia y la paz, y por la alegre celebración de la vida».
Leonardo Boff, teólogo y ecólogo
Traducción de Mª José Gavito Milano
Este texto es un capitulo del libro en italiano Curare la Madre Terra, EMI, Bologna

viernes, 19 de junio de 2015

Apuntes claves de Laudato si

Les compartimos éste artículo de La Jornada que marca aspectos claves de la encíclica del Papa Francisco Laudato si.



Casa común. “Nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre Tierra, la cual nos sustenta y gobierna, y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas… esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella”, señala al referirse a la destrucción del medio ambiente al que se debe proteger, cuidar y mejorar. La humanidad aún posee la capacidad de colaborar para construir nuestra casa común.
Ciencia. El Papa dice que un consenso científico muy sólido indica que el calentamiento global es real, y limitará la cantidad de agua potable, dañará la agricultura, provocará la extinción de algunas plantas y animales, acidificará los océanos y aumentará el nivel del mar de un modo que podría inundar algunas de las ciudades más importantes del mundo. Parte del cambio climático ocurre de forma natural, apunta, pero estudios científicos indican que el calentamiento global es resultado principalmente de la actividad humana. Además, llama a hacer más y mejores estudios sobre los organismos genéticamente modificados y su complejidad.
Tecnología. La tecnología que, ligada a las finanzas, pretende ser la única solución a los problemas, de hecho suele ser incapaz de ver el misterio de las múltiples relaciones que existen entre las cosas, y por eso a veces resuelve un problema creando otros. Añade que ciencia y tecnología no son neutrales, sino que pueden implicar en un proceso diversas intenciones y posibilidades. Nadie pretende volver a la época de las cavernas, pero sí es indispensable aminorar la marcha para mirar la realidad de otra manera, recoger los avances positivos y sostenibles, y a la vez recuperar los valores y grandes fines arrasados por un desenfreno megalómano, anota.
Cultura. Francisco resalta que estos problemas están íntimamente ligados a la cultura del desecho, que afecta tanto a los seres humanos excluidos como a las cosas que rápidamente se convierten en basura. Propone contrarrestar esa cultura, ya que termina afectando al planeta entero. Dice que la Tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería, por lo que llama a hacer cambios de estilos de vida, de producción y de consumo.
Economía. Jorge Mario Bergoglio dice que los países más ricos tienen una deuda ecológica con los que están en vías de desarrollo, cuyos recursos están siendo extraídos para alimentar la producción y el consumo de las naciones industrializadas. Califica esta relación de estructuralmente perversa y rechaza el argumento de que el crecimiento económico puede solucionar por sí solo el hambre y la pobreza en todo el mundo, así como restaurar el medio ambiente; argumenta que este pensamiento es una concepción mágica del mercado.
Política gubernamental. Afir-ma que se necesitan leyes de los gobiernos para frenar el cambio climático y que es esencial concebir instituciones internacionales más fuertes y eficientes, con poder para imponer sanciones ante el incumplimiento de esas normas. Un consenso global es esencial para confrontar los problemas más graves, que no pueden ser resueltos por acciones unilaterales de parte de países en solitario, sentencia Francisco. Sin embargo, asegura que las leyes por sí solas no solucionarán el problema. Se necesita un cambio de ética en todo el mundo que incluya como prioridades el cuidado de la naturaleza y a las personas.
Gente. El Papa sostiene que cada actividad que afecta a la naturaleza debe tener en cuenta los derechos fundamentales de los pobres y los desfavorecidos. En su texto apunta que el consumismo inmoral permite la continuidad de la degradación del medio ambiente. Pide utilizar las redes sociales para presionar a líderes políticos por un cambio y ayudar a quienes han perdido sus viviendas o empleos por el cambio climático. También insta a la gente a hacer pequeños cambios en su estilo de vida, incluyendo utilizar el transporte público o coches compartidos, plantar árboles (y) apagar luces innecesarias.
Fe. Francisco cita las principales enseñanzas del catolicismo respecto del cuidado de la creación y los pobres, al tiempo que argumenta en favor del imperativo moral de proteger el medio ambiente. Echando mano del Génesis 2:15, recuerda las tareas de cultivar y cuidar la Tierra. El primer Papa latinoamericano pide orar por que avancen las negociaciones sobre el clima en la Organización de las Naciones Unidas, y escribe dos nuevas oraciones para la protección del medio ambiente: pide a Dios que lleve curación a nuestras vidas, para que podamos proteger el mundo y no abusar de él, y tocar los corazones de aquellos que sólo buscan beneficio a costa de los pobres y la Tierra.

Apuntes claves Laudato si