viernes, 20 de marzo de 2015

Iglesia Católica denunció la explotación minera irracional y vulneración de DDHH




Washington, EEUU, 20 de marzo 2015 (Signis ALC).-

 La Iglesia católica Latinoamericana denunció la "expansión acelerada" de las actividades extractivas, de forma irracional, que afectan "negativamente" al medio ambiente y a las poblaciones.  Así manifestó Monseñor Alvaro Ramazzini, Obispo de Huehuetenango y Presidente de la Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Guatemala, al exponer las preocupaciones de la Iglesia, ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, en el marco del 154 período de sesiones y las audiencias públicas de la CIDH.
En su intervención, el obispo guatemalteco responsabilizó de esta actividad irracional a los estados, las empresas nacionales, transnacionalesque desarrollan sus actividades al margen de los estándares sociales y ambientales y que afectan gravemente las fuentes de agua. "Podemos vivir sin el oro, o la plata o el petroleo, pero la vida de los seres humanos y el equilibrio del medio ambiente son más importante que la explotación de los metales", dijo.
Denunció también que "hasta hoy, ni gobiernos nacionales, ni comunidad internacional han hecho lo suficiente para detener la deforestación, la contaminación de los ríos, la depredación de las especies y la grave vulneración de los derechos y estilos de vida de los pueblos indígenas" que  viven en la amazonía.
De igual manera, expresó la enorme preocupación de la Iglesia por "la criminalización de las y los defensores de los pueblos indígenas y del medio ambiente. Esto va desde ataques personales y calumnias, hasta hostigamientos, procesos judiciales, amenazas de muerte, atentados y asesinatos", dijo.

Aquí la exposición íntegra de Monseñor Alvaro Ramazzini, ante los comisionados de la CIDH. (Audio de la exposición de la Iglesia ante la CIDH)
"Desde la Iglesia constatamos que es cierto que desde las industrias extractivas generan importantes recursos económicos para nuestros países, pero también es cierto que hay ahora una expansión acelerada de estas industrias, sea formales, como informales, y una explotación irracional que está impactando negativamente el medio ambiente de las poblaciones aledañas, afectando sobre todo el derecho al uso del agua, con consecuencias negativas para la salud de las personas. En esa situación hay una corresponsabilidad de los estados, tanto de los estados en donde se actúa con la explotación de estas indutrias extractivas, como de los estados que con sus empresas actúan fuera de sus territorios, como es el caso de EEUU, Canadá y otros.
Vemos también con preocupación que las instituciones financieras y las empresas transnacionales involucradas en este tipo de industrias se hacen fuertes, al punto de subordinar las economías locales y debilitar a los propios estados. El Consejo Episcopal Latinoamericano ha denunciado que en ciertos casos se ha dado un comportamiento irresponsable de las empresas transnacionales porque en el desarrollo de sus actividades extractivas no se rigen por los estándares sociales y ambientales reconocidos internacionalmente, mientras que muchos estados nacionales permanecen indiferentes o pasivos frente a estas prácticas indebidas.
En algunos estados que han ratificado el convenio 169 de la OIT, dicho convenio no se cumple, y origina así conflictos en las comunidades indígenas. Muchas veces las industrias extractivas internacionales no respetan los derechos económicos, sociales, culturales y ambientales de las comunidades locales. La preservación de la naturaleza se subordina al desarrollo económico; la calidad de vida, tanto de las personas, como de los animales y plantas, se sacrifica por la contaminación producida por las explotaciones mineras y de hidrocarburos.
Generalmente las industrias extractivas que no manejan correctamente el recurso hídrico, afectan el derecho humano al agua, como un bien público y necesario. Podemos vivir sin el oro, o la plata o el petroleo, pero la vida de los seres humanos y el equilibrio del medio ambiente son más importante que la explotación de los metales.
Estamos convencidos que es necesario lograr un equilibrio entre la protección y cuidado del medio ambiente y el desarrollo económico. Hemos descuidado este bien precioso que es el medio ambiente y así hemos olvidado la gravísima responsabilidad de cuidar el planeta para que las futuras generaciones lo encuentren en mejores condiciones. Esa es un asunto de justicia transgeneracional. No se debe aceptar que la riquezaa material actual sea la causa de la pobreza de las futuras generaciones.
Para afrontar debidamente seta responsabilidad es necesario tomar en cuenta los componentes de un autentico desarrollo humano integral, no solamente económico: componentes como la sostenibilidad, la inclusión social de los más empobrecidos, la regulación y la máxima reducción de los efectos negativos sobre el medio ambiente. La Doctrina Social de la Iglesia enfatiza que una correcta concepción de medio ambiente no puede reducir utilitariamente la naturaleza a un mero objeto de manipulación y expltación , por el contrario la intervención del ser humano en la naturaleza debe regirse por principios éticos, tales como el respeto a las otras personas y a sus derechos, y el respeto hacia las demás criaturas vivientes. No somos los dueños de la creación, somos sus guardianes y administradores y desde hace tiempo la Iglesia católica viene advirtiendo sobre los impactos que a nivel global pueden causar la contaminación y la explotación desmedida de los bienes naturales. El santo papa Juan Pablo II , el papa Benedicto XVI han exhortado para que tomemos en cuenta que estamos delante de una crisis ecológica, en el sentido no solo de la palabra, sino económica y humana. Una adecuada administración de la casa común, que es el mundo entero.
Por eso, ningún gobierno puede actuar al margen de una responsabilidad común. Buscar una sana compatibilidad entre la sostenibilidad y la prosperidad de las comunidades, tanto en las zonas rurales como urbanas, por medio de medidas legislativas y normativas, es un reto al cual los estados debes, poniéndose de acuerdo, buscar consensos, para reducir la pobreza y las amenazas a la vida y medios de subsistencia de los más pobres y desfavorecidos.
¿Quienes son los más pobres? Los más pobres entre los pobres son los pueblos indígenas, quienes se ven afectados por la degradación y contaminación del ambiente. Una situación particular que nos preocupa es el de la amazonía. Hasta hoy, ni gobiernos nacionales, ni comunidad internacional han hecho lo suficiente para detener la deforestación, la contaminación de los ríos, la depredación de las especies y la grave vulneración de los derechos y estilos de vida de los pueblos indígenas que ahí viven ancestralemente. Queremos ratificar nuestro compromiso con la amzanía, plasmado ahora en la creación de la Red Eclesial Pan Amazónica. Este compromiso nace de las opciones que hemos hecho los obispos en América Latina, de acuerdo al evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, de acuerdo a los compromisos tomados en las cinco conferencias generales del episcopado latinoamericano y de l Caribe y como resultado de oír el clamor de los pueblos excluidos y marginados. No vamos a quedar indiferentes ante este grito, por eso también quiero recalcar lo que ha dicho el arzobispo Barreto al señalar que nos preocupa en este momento grandemente la criminalización de las y los defensores de los pueblos indígenas y del medio ambiente. Esto va desde ataques personales y calumnias, hasta hostigamientos, procesos judiciales, amenazas de muerte, atentados y asesinatos.
En este momento hay una criminalización de la protesta social, aún cuando sea justa y legitima. Finalmente, honorables comisionados, en el marco de la separación de la iglesia católica y estado, consideramos que debemos juntos buscar, estados nacionales, empresas nacionales, la sociedad civil y la comunidad internacional otros modelos alternativos y sostenibles del desarrollo económico y a la explotación de los recursos naturales".
 
 Redacción, Signis ALC

jueves, 19 de marzo de 2015

La deshumanización de las Humanidades

En la entrada del día de hoy les compartimos la reflexión de Francesc Serés, publicada en el blog Cristianismo y Justicia, sobre la deshumanización de las Humanidades.

Esperamos que juntos sigamos aportando a la discusión y a la acción sobre el papel que están jugando las Humanidades, y los humanistas, en el actual entorno de desigualdad económica, políticas y social que campea en la mayor parte del mundo.



miércoles, 18 de marzo de 2015

La mutación de Aristegui o el cerebro detrás de la Casa Blanca



Principio del formulario
La mutación de Aristegui o el cerebro detrás de la Casa Blanca
Por Wilbert Torre, cuaderno invitado
(Foto del autor: Rodrigo Marmolejo/Gatopardo)

Hace unos años, en una de esas discusiones al final de una fiesta donde directivos y colaboradores de la revista Proceso lanzaban sentencias como si se tratara de cuchillos, Julio Scherer miró a los ojos a la célebre conductora de radio sentada en medio de todos y le dijo:
–Carmen, perdóneme, pero usted no es periodista.
Aristegui, recuerdan algunos de los presentes, se ofendió muchísimo.
Reportero nato que llevó a territorios temerarios el juego periodístico de entrar y salir no siempre ileso de los pantanos del poder, Scherer creía tal vez que sentada detrás de un micrófono, Carmen no hacía periodismo. La veía quizá como una comentarista crítica y aguda, pero no como una periodista de cuerpo entero, como era él, un sabueso de todas partes a la caza de información, un hombre que desayunaba, comía y cenaba periodismo puro.
Un tiempo después, en febrero de 2011, Aristegui soltaba al aire una bomba: “No es la primera vez que se habla del presunto alcoholismo del presidente Calderón”, dijo al dar cuenta de una pancarta desplegada en la Cámara de Diputados.
Lo que ocurrió es conocido por todos: Los Vargas, propietarios de MVS, echaron a Aristegui despertando la sospecha de que su despido era una orden de Los Pinos.
En medio del escándalo, entre algunos periodistas independientes ocurrieron acalorados debates. Se preguntaban si era ético lanzar al aire una pregunta sin que mediara una investigación y pruebas mínimas de lo que se cuestionaba.
Al sembrar la pregunta aquel día en su programa, Aristegui tuvo el cuidado de advertir que no era posible corroborar si Calderón tenía problemas de alcoholismo. Pero se trataba de un tema delicado –dijo– y era necesario saber si era cierto.
Unos días más tarde, el escándalo de su despido y los señalamientos de que detrás se encontraba la Presidencia, provocaron algo inaudito: que Aristegui fuera reinstalada.
Cuatro años después, sentados en una sala de MVS en una entrevista para la revista Gatopardo, le dije a Aristegui que a mi parecer existía una diferencia abismal en su forma de hacer periodismo, entre un golpe sin pruebas como la denuncia del alcoholismo de Calderón y la investigación impecable, rigurosa, atestada de elementos que la llevó a destapar el escándalo de la Casa Blanca de 7 millones de dólares propiedad de la familia del presidente Peña. ¿Qué has debido ajustar y corregir en tu trabajo? ¿Has sido injusta o inexacta? Le pregunté.
—No diría que me equivoqué en un asunto específico. No pretendo vanagloriarme de no tener equivocaciones. Si dije un dato por otro, no tengo problema en corregir. Sobre lo sucedido con el ex presidente Calderón y una investigación cabal como la de La Casa Blanca, yo diría que ambos tienen su peso y significado y de ninguno me arrepiento. En ambos me sostengo en lo dicho y en lo hecho.
—¿Por qué te pareció pertinente llevar la denuncia del alcoholismo de Calderón a la mesa?
—Se había presentado un suceso noticioso en la Cámara. Pero hubo un sobredimensionamiento por un berrinche presidencial. De no haber sido sobredimensionado por un presidente que se sintió ofendido por una pregunta, hubiera quedado como un comentario editorial entre tantos otros que se hacen en la radio y la televisión. El caso de Calderón tomó una dimensión extraordinaria por tratarse de una reacción desmedida del poder presidencial frente a una interrogante que no fue afirmación, de una periodista que consideró y sigue considerando pertinente preguntar.
—¿Fue un abuso de poder?
—Me parece que sí. Desde luego un abuso de poder, una acción absolutamente indebida de Calderón que generó una reacción muy importante en el auditorio porque creó un estado de cosas que permitió lo imposible de imaginar, mi regreso a la radio después de haber salido como salí. Ese hecho insólito fue posible entre otras cosas por la propia valoración de MVS de cómo habían sucedido las cosas, de un hecho específico con una dimensión pequeña, para mí, un comentario editorial sobre un hecho noticioso que se sobredimensionó y convirtió aquello en un gran conflicto entre la Presidencia y un grupo empresarial. Se me pedía una disculpa que no estaba dispuesta a dar porque no debía disculparme por algo que sigo considerando pertinente, que es preguntarle al poder lo que sea. Puede ser antipático, pero si un periodista no puede preguntar algo derivado de un suceso donde participaron legisladores, donde la situación provocó que se suspendiera la actividad del Congreso, pues entonces estamos en serios problemas. Se convirtió en un caso donde el poder político disgustado con la periodista exigió algo inadmisible que era que se arrodillara para satisfacer el enojo presidencial.
Aristegui no contó en esa entrevista que en años recientes emprendió una serie de ajustes y correctivos que le permitieron mejorar en mucho su tarea periodística.
De ser una entrevistadora nata y una periodista crítica que destapaba escándalos y se atrevía a preguntar lo que la mayoría de periodistas no preguntaban, aunque con frecuencia lo hiciera sin elementos, Aristegui se encontró en un tiempo relativamente breve presentando periodismo de investigación. Su programa adquirió mayor rigor y contenido.
La clave de esa mutación tiene un nombre: Daniel Lizárraga, un reportero veterano y reservado, de talante sereno.
Muchos años fuimos vecinos de escritorio en el periódico Reforma. Lo veía llegar muy serio, saludar con esa sonrisa tímida que se asoma en medio de sus anteojos y sentarse a la computadora para escribir un texto. Escribía dos líneas y las borraba. Escribía el primer párrafo y lo borraba. Escribía la mitad de su nota y la borraba. Así podía pasar el tiempo hasta que caía la noche y Roberto Zamarripa, subdirector del diario, nuestro jefe, bajaba a su lugar para apresurarlo.
Esa aparente inseguridad y su asistencia a talleres con prestigiados periodistas de investigación detonó en Lizárraga quizá la mayor de sus virtudes: el rigor. Releer diez veces un documento. Desconfiar de sí mismo. Saber dónde y cómo encontrar información. Verificar, verificar y verificar, un ejercicio casi inexistente en el periodismo mexicano.
***
Un día de mayo de 2013 cuando hacía las compras en la Comercial Mexicana de San Jerónimo, Rafael Cabrera, un reportero de 30 años, vio en la revista Hola un reportaje sobre la imponente casa de la familia Peña. La leyó y pensó: “aquí puede haber algo”.
Un año después Cabrera entró al equipo de investigaciones de MVS liderado por Lizárraga. Unos días más tarde ambos presentaron a Aristegui el proyecto de investigación de la casa de Las Lomas. “Carmen peló los ojos –recuerda Cabrera– y dijo: esto es una bomba atómica”.
Cabrera y otro joven reportero, Irving Huerta, emprendieron una investigación de 8 meses. El cerebro detrás fue Lizárraga, que iluminó y guió sus pasos pidiéndoles indagar y confirmar; solicitó información al gobierno, interpuso amparos para liberar documentos negados y como un capitán se echó el equipo y el asunto a los hombros.
A lo largo del proceso el equipo presentaba reportes a Aristegui, que insistía en la importancia de verificar dos veces todo y no dejar una sola rendija suelta por donde se pudiera desacreditar la investigación. Al final, cuando estuvo todo listo, Carmen se sentó ante la computadora y escribió los tres primeros párrafos de la historia que a propuesta de Lizárraga fue bautizada como La Casa Blanca del presidente Enrique Peña Nieto.
***
Creo que el ciclo de Aristegui en MVS –terminé de escribir este texto al anochecer del domingo– ha llegado a su fin y me parece que debe aceptarlo. No creo en la opción de mantener un espacio libre solo porque sí, en un sitio que la ha censurado y volverá a hacerlo, presionado y acorralado en buena medida por el gobierno. Y menos aún comparto esa posibilidad si Lizárraga y parte del equipo que daba contenido al programa, están fuera.
El argumento de Los Vargas de que Aristegui cometió abuso de confianza utilizando la marca MVS para suscribir la plataforma Mexicoleaks es legal, pero tramposo: Los Vargas saben que una condición irrenunciable de Aristegui es y ha sido siempre, ahí y en todos los espacios que ha ocupado, la independencia editorial para decidir qué asuntos investigar y presentar a la audiencia, cómo hacerlo y tomar otras decisiones. Así lo ha definido siempre y así se lo han aceptado.
Esta circunstancia abre una oportunidad para el periodismo y para los periodistas. Para que haya menos periodismo de denuncia y más periodismo de investigación.
–Carmen, perdóneme, pero usted no es periodista.
Dijo Scherer hace unos años y ahora es oportuno reflexionar sobre el polémico juicio formulado por el más polémico de los periodistas mexicanos.
¿Carmen Aristegui es periodista?
Se puede decir que Aristegui es más periodista que muchos que se dicen periodistas porque se codean con el poder, obtienen información privilegiada, reciben un trato privilegiado y hacen del periodismo un negocio. O se puede decir que no es periodista porque no hace periodismo en la concepción que se tiene del periodismo más clásico.
Creo que Scherer estaba en lo cierto –así la veía desde su propia definición de periodismo– pero estaba equivocado.
Aristegui no es quizá una periodista de cuerpo completo, una de esas que recorren un país y otro entrevistando personajes, reportando guerras, investigando y obteniendo documentos, escribiendo crónicas en sitios peligrosos, entrando y saliendo de las entrañas del poder para contarlo. Pero representa, en contraste, una concepción moderna del periodismo: lejos del poder y cerca de la sociedad.
¿Qué representa este episodio para el país y el periodismo?
El descubrimiento de que hoy más que nunca el periodismo debe ser un experimento donde se funden y complementen distintas características y habilidades, ante el acoso del poder para acallar el periodismo independiente.
¿Podría haber existido el gran reportaje de la Casa Blanca sin el trabajo de periodismo de investigación riguroso y de largo aliento de Lizárraga, Huerta y Cabrera?
No.
¿Podría haberse conocido el gran reportaje de la Casa Blanca sin la decisión de Aristegui de utilizar su espacio para detonar estos asuntos?
No.
¿Son más periodistas unos que otros?
No.
Son complementarios.
“El tema de la censura está ahí y el de la autocensura más”, me dijo Aristegui en la entrevista para Gatopardo. “Pese a la reforma en telecomunicaciones tenemos un sistema duopólico que no favorece el ejercicio libre del periodismo y las ideas. Ya veremos si la digitalización le da a México un modelo distinto”.
En estos momentos de definiciones para el periodismo me hago una pregunta capital:
¿Por qué Aristegui no se prepara para abrir cuando las condiciones se lo permitan su propio espacio radial, en vez de caer en un conflicto tras otro con empresarios que solo ven por sus intereses y no por el interés del país?
Es muy posible que en el momento de la lectura de este texto haya sucedido que Aristegui esté fuera una vez más de la radio o –altamente improbable– que MVS reinstale a Lizárraga y Huerta y retire el documento que impone condiciones a su trabajo, una carta abierta para censurarla.
Lo que suceda o haya sucedido con Aristegui representará algo clave: la voluntad del gobierno de Enrique Peña Nieto a aceptar o no el periodismo crítico e independiente y sus consecuencias.
Aristegui es con seguridad la más visible, pero no es la primera ni será la última periodista censurada en este país. Los medios están repletos de periodistas afines al poder y las calles llenas de periodistas cuya crítica e independencia les niegan espacios en la mayoría de medios
Periodistas como Daniel Lizárraga, director de orquesta en la investigación de la Casa Blanca, que todos los días, desde donde se encuentren, darán la batalla por cambiar y hacer de México un mejor país.

martes, 17 de marzo de 2015

LA PARTICIPACIÓN ESTUDIANTIL COMO ESTRATEGIA DE FORMACIÓN CIUDADANA PARA LA EDUCACIÓN EN VALORES EN EL NIVEL SUPERIOR

En este artículo Hilda Gabriela Hernández Flores y  Juan Martín López Calva reflexionan que "Lograr la participación estudiantil en las universidades resulta uno de los retos actuales más importantes desde el punto de vista pedagógico, social e integral de la educación. Este artículo plantea una reflexión sobre el papel que juegan la universidad, la participación estudiantil y la educación en valores como componentes de la formación ciudadana. Para ello primero se habla del rol de la universidad, y de la vida universitaria, como un espacio que se conforma a partir de actores y grupos específicos, que desde ahí definen sus acciones e interacciones para construir y deconstruir los procesos de la vida cotidiana. Para ello, se contextualiza el concepto de juventud, se propone la visión de la educación cívica como parte de la educación en valores, y se establece la relevancia de la formación ciudadana en un contexto moderno, que uno de los sociólogos más importantes de nuestra época, Zigmunt Bauman (2000), acertadamente propone como fluido, cambiante y líquido en las generaciones contemporáneas."

Texto completo en PDF disponible en:
Participación estudiantil y formación ciudadana

viernes, 13 de marzo de 2015

7 motivos para reconocer a Oscar Romero como patrono de los comunicadores cristianos



Cuando ya está señalada la fecha de la beatificación del arzobispo de San Salvador, Mons. Oscar Romero, queremos fijarnos en una faceta de su vida que ha podido pasar más desapercibida. Queremos resaltar la dimensión comunicativa de su misión pastoral. Así proponemos a Oscar Romero, en el tiempo de la comunicación digital, como patrono de la comunicación cristiana. Siendo paradigma de la palabra del testimonio evangélico que adquiere una significativa dimensión de veracidad, de representación de los desfavorecidos, de coherencia vivida desde la gratuidad no interesada y de lucidez de orientación en los fines y en los medios en el fragor los conflictos violentos de la desigualdad.

1. Escuchar en el clamor de los pobres la voz de Dios
Sea por una conversión radical o por una evolución, como él mismo confesaba, los pobres se fueron transformando para Oscar Romero en el referente de su servicio episcopal. Ya en su etapa como obispo de Santiago de María y después como arzobispo de San Salvador descubrirá “que el pueblo es mi profeta”. La toma de contacto con la miseria, la escucha del sufrimiento, el asesinato de sus sacerdotes y de tanta gente le llevaron a esta opción preferente por los pobres. Antes de comunicador se convirtió en escuchador, en acompañador de su pueblo. Su palabra se fraguó tomando como punto de partida la realidad donde descubrió la presencia del Crucificado que le hablaba desde los hermanos más pequeños.
2. Comunicar con los pies descalzos y el Evangelio en la mano
Con los pies descalzos en la realidad de los pobres comprendió que el Evangelio de Jesucristo era su mensaje, como propuesta y como denuncia en tantas ocasiones. El posicionamiento político no era su punto de partida sino la Buena Noticia de Cristo paciente y sufriente pero también luchador contra el mal, provocador de la fraternidad y forjador de vida. Desde ahí asumía las consecuencias sociales y políticas que el Evangelio suponía en aquel hoy, aquí y ahora. Éste era el centro de su mensaje comunicativo.

3. Dando voz a los que no tienen voz
En la última parte de sus homilías en la catedral, que eran transmitidas radiofónicamente a todo el país, denunciaba los distintos abusos y asesinatos de la última semana. Allí su voz era prestada a un pueblo silenciado. Había comprendido que el clamor de su pueblo le usaba a él como altavoz. Eran las cartas recibidas de las víctimas o los relatos de sus sacerdotes compartidos en la mañana del sábado los que se enlazaban para pasarlos a su voz como instrumento de denuncia.
4. Con honestidad desde la fuerza en la debilidad
Quienes conocieron a Óscar Romero señalaban que era de natural tímido, más bien solitario, y de talante dubitativo. Esta forma de ser contrasta con la valentía de sus palabras, su disposición a acoger a tantos y la fuerza de sus decisiones. Esta distancia tenía que ver con la experiencia de gracia que le transformaba más allá de sus posibilidades. Como son testimonio sus diarios, el comunicador está sobrepasado por los acontecimientos pero procurar ser honesto y coherente con el momento y las personas que le toca acompañar, y se deja llevar por la voluntad de Dios.
5. La predicación como palabra comunitaria
Romero había dirigido revistas y hablado por radio desde los primero años de ministerio y también en su etapa como secretario de la Conferencia Episcopal Salvadoreña y de los obispos de América Central. Estaba hecho al estilo directo marcando orientación de fondo. En su última época como arzobispo era solicitado frecuentemente para dar entrevistas que habitualmente negaba. Sin embargo convirtió la homilía en el momento comunicativo. Un texto que preparaba en común, siguiendo la regla de sentir con la iglesia, y que después hacía suyo en oración y escritura. Ya no era solo su palabra sino la palabra de la iglesia y del pueblo. Una palabra pronunciada personalmente pero articulada comunitariamente.
6. La comunicación como bienaventuranza
En medio de la desolación su mensaje comunicativo era fuente de esperanza. Era consciente que la denuncia no bastaba. Que el Evangelio que llevaba en la mano era una fuerza de futuro. Consolar era una forma de abrir camino, trabajar por la paz ara una alternativa a la violencia, tener resonancia internacional era una protección frente a la represión política y militar. Por eso su mensaje era, en medio del desastre cada vez más radical, una fuente para soñar desde la fe en Jesucristo. Por eso fue para tantos la fuerza para poder resistir.
7. La palabra sellada
Fue la crónica de una muerte anunciada. Incluso tuvo conciencia que aquellos podían ser sus últimos días. Psicológicamente tenía experiencia de la angustia y espiritualmente de la determinación. Quienes le mataron quisieron eliminar su palabra y su figura, quisieron sellar su boca y su mensaje. La muerte de Romero precipitó el comienzo de la guerra cuando ya no quedaba ningún mediador. Sin embargo, su palabra sellada con su sangre ha sido más escuchada que nunca. Su voz sigue sonando y es la muestra de que la palabra auténtica fructifica más allá de lo que alcanzamos a ver.