viernes, 13 de marzo de 2015

7 motivos para reconocer a Oscar Romero como patrono de los comunicadores cristianos



Cuando ya está señalada la fecha de la beatificación del arzobispo de San Salvador, Mons. Oscar Romero, queremos fijarnos en una faceta de su vida que ha podido pasar más desapercibida. Queremos resaltar la dimensión comunicativa de su misión pastoral. Así proponemos a Oscar Romero, en el tiempo de la comunicación digital, como patrono de la comunicación cristiana. Siendo paradigma de la palabra del testimonio evangélico que adquiere una significativa dimensión de veracidad, de representación de los desfavorecidos, de coherencia vivida desde la gratuidad no interesada y de lucidez de orientación en los fines y en los medios en el fragor los conflictos violentos de la desigualdad.

1. Escuchar en el clamor de los pobres la voz de Dios
Sea por una conversión radical o por una evolución, como él mismo confesaba, los pobres se fueron transformando para Oscar Romero en el referente de su servicio episcopal. Ya en su etapa como obispo de Santiago de María y después como arzobispo de San Salvador descubrirá “que el pueblo es mi profeta”. La toma de contacto con la miseria, la escucha del sufrimiento, el asesinato de sus sacerdotes y de tanta gente le llevaron a esta opción preferente por los pobres. Antes de comunicador se convirtió en escuchador, en acompañador de su pueblo. Su palabra se fraguó tomando como punto de partida la realidad donde descubrió la presencia del Crucificado que le hablaba desde los hermanos más pequeños.
2. Comunicar con los pies descalzos y el Evangelio en la mano
Con los pies descalzos en la realidad de los pobres comprendió que el Evangelio de Jesucristo era su mensaje, como propuesta y como denuncia en tantas ocasiones. El posicionamiento político no era su punto de partida sino la Buena Noticia de Cristo paciente y sufriente pero también luchador contra el mal, provocador de la fraternidad y forjador de vida. Desde ahí asumía las consecuencias sociales y políticas que el Evangelio suponía en aquel hoy, aquí y ahora. Éste era el centro de su mensaje comunicativo.

3. Dando voz a los que no tienen voz
En la última parte de sus homilías en la catedral, que eran transmitidas radiofónicamente a todo el país, denunciaba los distintos abusos y asesinatos de la última semana. Allí su voz era prestada a un pueblo silenciado. Había comprendido que el clamor de su pueblo le usaba a él como altavoz. Eran las cartas recibidas de las víctimas o los relatos de sus sacerdotes compartidos en la mañana del sábado los que se enlazaban para pasarlos a su voz como instrumento de denuncia.
4. Con honestidad desde la fuerza en la debilidad
Quienes conocieron a Óscar Romero señalaban que era de natural tímido, más bien solitario, y de talante dubitativo. Esta forma de ser contrasta con la valentía de sus palabras, su disposición a acoger a tantos y la fuerza de sus decisiones. Esta distancia tenía que ver con la experiencia de gracia que le transformaba más allá de sus posibilidades. Como son testimonio sus diarios, el comunicador está sobrepasado por los acontecimientos pero procurar ser honesto y coherente con el momento y las personas que le toca acompañar, y se deja llevar por la voluntad de Dios.
5. La predicación como palabra comunitaria
Romero había dirigido revistas y hablado por radio desde los primero años de ministerio y también en su etapa como secretario de la Conferencia Episcopal Salvadoreña y de los obispos de América Central. Estaba hecho al estilo directo marcando orientación de fondo. En su última época como arzobispo era solicitado frecuentemente para dar entrevistas que habitualmente negaba. Sin embargo convirtió la homilía en el momento comunicativo. Un texto que preparaba en común, siguiendo la regla de sentir con la iglesia, y que después hacía suyo en oración y escritura. Ya no era solo su palabra sino la palabra de la iglesia y del pueblo. Una palabra pronunciada personalmente pero articulada comunitariamente.
6. La comunicación como bienaventuranza
En medio de la desolación su mensaje comunicativo era fuente de esperanza. Era consciente que la denuncia no bastaba. Que el Evangelio que llevaba en la mano era una fuerza de futuro. Consolar era una forma de abrir camino, trabajar por la paz ara una alternativa a la violencia, tener resonancia internacional era una protección frente a la represión política y militar. Por eso su mensaje era, en medio del desastre cada vez más radical, una fuente para soñar desde la fe en Jesucristo. Por eso fue para tantos la fuerza para poder resistir.
7. La palabra sellada
Fue la crónica de una muerte anunciada. Incluso tuvo conciencia que aquellos podían ser sus últimos días. Psicológicamente tenía experiencia de la angustia y espiritualmente de la determinación. Quienes le mataron quisieron eliminar su palabra y su figura, quisieron sellar su boca y su mensaje. La muerte de Romero precipitó el comienzo de la guerra cuando ya no quedaba ningún mediador. Sin embargo, su palabra sellada con su sangre ha sido más escuchada que nunca. Su voz sigue sonando y es la muestra de que la palabra auténtica fructifica más allá de lo que alcanzamos a ver.

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