Las masacres o formas de exterminio colectivo han sido en la historia de la humanidad una constante de dominio. El poder sobre el otro o los otros está por encima de cualesquier principio de humanidad. No importa que haya "víctimas colaterales" sino la imposición de un control o poderio.
Precisamente al respecto escribe el escritor y pensador uruguayo Raúl Zibechi cuyo aporte sustantivo ha sido dedicado al trabajo de los movimientos sociales en América Latina
Les compartimos este intersante artículo aparecido en La Jornada:
La masacre como forma de dominación.
También este otro enlace en donde se pueden acceder a otros artículos y aportes de Raúl Zubichi
América Latina en Movimieto
viernes, 31 de octubre de 2014
jueves, 30 de octubre de 2014
El genial músico Jordi Savall renuncia al Premio Nacional de Música en España
Con la entrada de este día, les compartimos la nota que relata las razones por las que el músico y musicólogo Jordi Savall ha decidido rechazar el Premio Nacional de Música que otorga el Ministerio de Educación de España.
La decisión de Savall nos invita a pensar en el papel que los artistas tienen no sólo en la promoción del arte, sino en la defensa de su sentido y esencia.
Es también ocasión de poner a su alcance un par de enlaces a sus aclamadas interpretaciones como ejecutante de la viola da gamba y de su rescate del patrimonio musical de la humanidad. Estamos seguros que las disfrutarán y querrán compartirlas también:
Agradecemos sus comentarios y reflexiones
miércoles, 29 de octubre de 2014
Carta de intelectuales...
Filósofos de talla internacional como Noam Chomsky o Judith Butler, miembros de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa y diversos intelectuales mexicanos, firmaron una carta abierta al presidente Enrique Peña Nieto en la que denuncian irregularidades en la investigación.
El texto está publicado en español, inglés, francés, portugués y catalán; exige la localización de los 43 normalistas, que aparezcan el alcalde de Iguala y su esposa para ser juzgados; la destitución del gobernador de Guerrero, Ángel Aguirre, y del procurador general Jesús Murillo Karam.
El documento será entregado a las embajadas y consulados de México en diversos países de todos los continentes, hasta el momento van alrededor de 3,500 firmas.
Académicos mexicanos y de diversas nacionalidades, radicados en el extranjero, nos unimos a las voces de preocupación por la violencia que impera en México. Los hechos ocurridos en Iguala, Guerrero el 26 de septiembre de 2014 son una de sus manifestaciones más execrables en la historia del país. No hay palabras para expresar el horror y la rabia que sentimos por el asesinato de seis personas, entre ellas tres estudiantes de la Escuela Normal “Raúl Isidro Burgos” de Ayotzinapa (uno de ellos de forma por demás salvaje), y por la desaparición, a manos del gobierno y la policía local, de otros 43 estudiantes.
Nos
solidarizamos con las demandas de justicia y compartimos el dolor de las
familias, amigos y compañeros de los estudiantes de Ayotzinapa. Nos indigna
profundamente que ante la magnitud de los hechos el gobierno mexicano ofrezca
declaraciones contradictorias y presente resultados no sólo nulos sino incluso
más preocupantes: las irregularidades de la investigación aumentan cada día sin
que se sepa nada respecto de la aprehensión de los culpables o del paradero de
los 43 estudiantes y en cambio, se han descubierto muchas fosas más, muchos
cadáveres más. ¿De qué tamaño son las fosas en este país, cuántos más caben en
ellas, cuántos más esperan el mismo destino?
Hasta
ahora no se han dado a conocer el nombre de los detenidos ni las líneas de
investigación. Son lamentables la lentitud y la aparente negligencia con la que
avanzan las investigaciones. Las propias autoridades han obstaculizado la
participación de un grupo de forenses argentinos especializados en la identificación
de cadáveres, y los padres de los desaparecidos se han encargado prácticamente
solos de la búsqueda. Si lo ocurrido es de por sí terrible, la actitud general
de los órganos de gobierno es una afrenta al sentido de humanidad y a la
inteligencia de quienes observamos en la distancia. Nos indigna la manera en
que las autoridades mexicanas han tratado a este grupo de estudiantes, uno de
los más vulnerables del país.
La
realidad que México ha mostrado al mundo es decepcionante. El caso de Iguala,
sumado a muchos otros sucesos en los últimos meses, ha dejado claro que no se
puede hablar ya de criminales comunes sino de la criminalidad de representantes
del gobierno tanto local como estatal y federal, que por acción u omisión
permitieron que esto ocurriera y ahora no parecen hacer lo necesario para
resolverlo y restaurar la confianza en ese mismo gobierno. No entendemos que el
gobernador de Guerrero no haya renunciado aún y que las autoridades federales
estén conformes con esta situación. Todos sabemos que el gobernador estaba al
tanto de la situación en Iguala —él mismo lo declaró así y aseguró que también
el Ejército y la Procuraduría General de la República lo sabían. Nos
preguntamos entonces, ¿qué otras situaciones de colusión entre crimen y
gobierno, que ningún estado de derecho podría tolerar, son del conocimiento de
las autoridades?
Escribimos
porque México y su gente merecen mucho más: un verdadero estado de derecho,
justicia. Ningún gobierno puede permitirse realizar ni que se realicen actos de
barbarie como los acontecidos en Ayotzinapa.
Por ello, exigimos:
1. La aparición con vida de los 43 normalistas.
2. El cese de represalias y hostigamiento a los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, y a los estudiantes en general.
3. Que el Alcalde de Iguala con licencia, José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa sean inmediatamente detenidos, procesados y castigados dentro del marco de la ley.
4. La renuncia del Procurador General de la República, Lic. Jesús Murillo Karam, si se demostrara que tuvo conocimiento de las acciones ilícitas del alcalde Abarca y fue omiso al respecto.
5. La inmediata dimisión de Ángel Aguirre Rivero, gobernador de Guerrero, pero también la del Lic. Iñaki Blanco Cabrera, Procurador del mismo estado y de todos los miembros del Ejército que hayan sabido, encubierto o participado en estas acciones.
6. Una investigación confiable, real y transparente, con la participación de peritos y observadores internacionales, como el Equipo Argentino de Antropología Forense
1. La aparición con vida de los 43 normalistas.
2. El cese de represalias y hostigamiento a los estudiantes de la Normal de Ayotzinapa, y a los estudiantes en general.
3. Que el Alcalde de Iguala con licencia, José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles Pineda Villa sean inmediatamente detenidos, procesados y castigados dentro del marco de la ley.
4. La renuncia del Procurador General de la República, Lic. Jesús Murillo Karam, si se demostrara que tuvo conocimiento de las acciones ilícitas del alcalde Abarca y fue omiso al respecto.
5. La inmediata dimisión de Ángel Aguirre Rivero, gobernador de Guerrero, pero también la del Lic. Iñaki Blanco Cabrera, Procurador del mismo estado y de todos los miembros del Ejército que hayan sabido, encubierto o participado en estas acciones.
6. Una investigación confiable, real y transparente, con la participación de peritos y observadores internacionales, como el Equipo Argentino de Antropología Forense
No
nos cansaremos ni dejaremos de insistir de ésta y otras maneras. Continuaremos
atentos a los acontecimientos y ampliando las redes de información entre
colegas, estudiantes y amistades en México y el extranjero. No podemos permitir
que se repitan masacres como la del movimiento estudiantil de 1968 o la
persecución y aniquilamiento de poblaciones campesinas como las de Acteal y
Aguas Blancas. Ayotzinapa rebasó un límite que no debería haber sido nunca
cruzado. Sumamos nuestra indignación y nuestra solidaridad para con los
estudiantes normalistas mexicanos y sus familias.
Quisiéramos
que los 43 desaparecidos pudieran leer esta carta algún día también. A ellos la
dirigimos, pero además a todos aquellos enterrados en fosas clandestinas que no
cesan de ser descubiertas, a todos los que merecen mucho más que una carta y
que una protesta. Ellos merecen todo el esfuerzo de este gobierno y de los
ciudadanos dentro y fuera del país. Debemos asumir nuestra responsabilidad ante
esta situación inaceptable y exigir sin descanso justicia, un verdadero estado
de derecho, una política al servicio y protección de la ciudadanía y total
transparencia en las acciones de los funcionarios y representantes de la
nación. Cada desaparecido y cada asesinado por criminales, militares o policías
representan una pérdida incalculable para nuestro país. Ayotzinapa nos toca muy
profundamente a todas y todos los que firmamos esta carta. Por ellos y por nosotros exigimos justicia.
¡Vivos se los llevaron y vivos los queremos!
El 08 de octubre pasado, el filósofo Umberto Eco también se solidarizó con la causa desde Milán, Italia, leyendo cada uno de los nombres de los 43 estudiantes de Ayotzinapa
martes, 28 de octubre de 2014
AYOTZINAPA Y LA EDUCACIÓN SUPERIOR EN MÉXICO
El malestar social que se vive en México se ha recrudecido y generalizado. El lamentable acontecimiento de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, las ejecuciones de Tlatlaya, la enorme lista de desaparecidos ha llevado a una emergencia de la conciencia ciudadana y social
Les compartimos este enlace de la columna de Javier Flores que trata precisamente este tema desde la educación superior en méxico.
Enlace: Ayotzinapa y la Educación Superior en México
¿A dónde vamos a llegar?
Les compartimos este enlace de la columna de Javier Flores que trata precisamente este tema desde la educación superior en méxico.
Enlace: Ayotzinapa y la Educación Superior en México
¿A dónde vamos a llegar?
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Violencia
jueves, 23 de octubre de 2014
De los basureros de Ruanda a las aulas de Harvard
Con la entrada de este día les hacemos llegar un artículo aparecido en el periódico New York Times, en su edición del 22 de octubre, que relata la historia de Justus Uwayesu, actualmente un joven de unos 22 años, quien fuera rescatado de las calles de Ruanda cuando sólo tenía nueve años.
Justus es uno de los incontables huérfanos que dejó el sangriento y genocida enfrentamiento interétnico entre Hutus y Tutsis que asoló Ruanda a mediados de los años noventa del siglo pasado. Este otoño ya es alumno de la Universidad de Harvard para realizar estudios en matemáticas, economía y derechos humanos, y con el propósito de obtener su título universitario en ciencias.
Tal como nos hace notar el autor del artículo, Michael Wines, Justus es un ejemplo del potencial que se encuentra sepultado aún en la situaciones más desesperanzadoras de la humanidad y un aleccionador recordatorio de que rara vez lo desenterramos.
CreditIan Thomas Jansen-Lonnquist para The New York Times
Esperamos que les sea de utilidad y agradecemos sus reflexiones y comentarios
miércoles, 22 de octubre de 2014
Javier Sicilia” El PRI creyó que podía administrar el infierno”
Javier Sicilia” El PRI creyó
que podía administrar el infierno”
Creía que ya no tenía
lágrimas. Después de llorar durante dos años el asesinato de su hijo y de los
miles de muertos que a duras penas sabe contar este país, el poeta al que el
narco arrancó la poesía dio un paso atrás. Dejó de ser la voz penetrante de las
víctimas que acompañó a la muerte que sembró sobre México el Gobierno de Felipe Calderón
(2006-2012) y se refugió en la universidad y en la ciudad de
Cuernavaca, en la que crecieron sus hijos. “Sigo en lo mismo, pero desmontado
de los medios”. La semana pasada Sicilia viajó a la Ciudad de México y escuchó
a los padres de los 43 estudiantes a los que el 26 de septiembre un grupo de
policías, supuestamente relacionados con el narco, hizo desaparecer.
— Había un matrimonio de
campesinos muy tristes que decían: ‘en la mañana salimos al campo y nos
olvidamos un poco, pero cuando llega la tarde la tristeza es honda, muy honda’.
Yo conozco demasiado esas tardes. Creí que estaba seco, pero ahí me quebré.
Llora porque “no hay un solo
día de olvido” pero a Sicilia, de 57 años, se le ve tranquilo. Se nota que ya
no lleva el peso del Movimiento por la Paz, que nació como respuesta a la muerte de su hijo Juanelo el 26 de marzo de 2011 y aglutinó
a miles de víctimas que buscaron consuelo en los abrazos de este hombre de
barba blanca, botas camperas y sombrero de Indiana Jones.
Desde un café frente a la
catedral de Cuernavaca, a una hora de la Ciudad de México, mira desde la
distancia las marchas que lideró durante dos años a través del país para exigir
justicia y habla con franqueza de la "derrota" de una organización
que hizo despertar a los mexicanos a la realidad de un país en guerra, con sus
miles de muertos y de desaparecidos a cuestas. “Ojalá todo ese esfuerzo inmenso
hubiera servido para algo, pero mira lo de los estudiantes de Iguala y todo lo
hay debajo. México es una gran fosa común”. Entonces fuma otro de sus
cigarrillos marca Delicados, ataca un arroz verde con enchilada roja y el poeta
de la paz empieza a hablar de la guerra.
— Estamos en estado de
revolución, al borde del estallido social. El enojo es tan grande. Veo una especie
de guerra civil. Ojalá y me equivoque.
El poeta que ya no escribe poesía se convirtió sin quererlo en
un símbolo. Ataca al Gobierno con dureza, pero al poder siempre le ha gustado
tenerlo cerca. El expresidente Calderón, al que promete recordarle “mientras
viva los 60.000 muertos que dejó" su estrategia de guerra contra el narco,
se sentó con él en más de una ocasión. El actual presidente, Enrique Peña
Nieto, no lo hace personalmente, pero lo hace su gente de confianza. La semana
pasada participó como mediador entre las autoridades y las familias de los desaparecidos en Iguala (Guerrero).
"En el Gobierno están rebasados. El PRI creyó que podía administrar el
infierno, pero no sabía de su dimensión".
El poeta que ya ha dejado de
sentarse en los cafés pegado a la pared, como le obligaban al principio sus
escoltas por miedo a recibir un ataque por la espalda, siempre ha huido de las
medias palabras. A Peña Nieto, cuando era candidato, le dijo en público que no
tenía corazón. Sicilia recuerda que cuando el hoy presidente se dirigía a su
coche, se volteó hacia él:
— Oiga, sí tengo corazón.
— Pues demuéstrelo.
“Le dolía que se lo dijera,
pero yo tenía razón. No tiene corazón. La Ley de Víctimas la entregó por un principio pragmático político,
no porque le dolieran las víctimas". La norma fue publicada en enero de
2013 por un recién estrenado gobierno del PRI, después de dos años de lucha de
Sicilia, que trabajó mano a mano con las autoridades para su articulación.
"No ha servido para nada. Ni siquiera se les ve ahora en Guerrero",
lamenta.
El poeta cree que hoy el país
está peor que en 2011, pese a "los esfuerzos del Gobierno por desterrar el
discurso belicista". "¿Quién va a querer invertir aquí?", se
pregunta sobre las reformas recientemente aprobadas por la administración
priísta. Habla de México como un “Estado fallido, inexistente, roto”. Del "horror
de ver a muchachos matando muchachos en esta guerra fratricida”. Pero entonces
siempre aparece alguien: “Javier”, “maestro”. Siete personas saludan al poeta
esta tarde. Un psicólogo de Querétaro incluso se toma una foto con él. El poeta
posa sonriente aunque el dolor no amaina nunca, dice, sobre todo en las noches
de insomnio.
— Cierro los ojos y miro a mi
hijo, ese muchacho noble. Con su angustia, aterrado, esperando que unos tipos
lo vayan a matar. Ese instante me duele mucho, en el que uno que se parece a ti
te arranca la vida. La memoria es terrible. Ya sucedió, pero sigue sucediendo.
Ya pasó, pero no.
Los ojos de Emiliano Zapata
impresos en una camiseta gris desvaída asoman entre los botones de su camisa, a
la que hay que sacudirle la ceniza del cigarro. El escolta lo vigila a una
distancia prudente y sus alumnos lo esperan en la universidad. Se va calle
arriba quien no quería ser nada más que un poeta pero acabó convertido en la
voz de los muertos y los desaparecidos de México.
—
Las víctimas no somos soportables. Nadie quiere oír el horror, por eso fue
catártico el Movimiento.
Hizo sonar el aullido del dolor hasta que el Gobierno lo quiso tapar. Ahora
desde Guerrero se oye otra vez ese grito.
martes, 21 de octubre de 2014
NO necesitamos profetas, sino líderes que nos animen a usar la libertad: Slavoj Zizek
Entrevista con Slavoj-Zizek
En esta ocasión compartimos esta interesante entrevista con el polémico filósofo esloveno Slavoj Zizek, "autor de una obra compuesta por más de sesenta volúmenes de un material indefinible entre filosofía pura, psicoanálisis de corte lacaniano y neomarxismo, y en la que se mezcla la cultura más popular con la filosofía más elitista" como señala Andrés Barba. .
En esta ocasión compartimos esta interesante entrevista con el polémico filósofo esloveno Slavoj Zizek, "autor de una obra compuesta por más de sesenta volúmenes de un material indefinible entre filosofía pura, psicoanálisis de corte lacaniano y neomarxismo, y en la que se mezcla la cultura más popular con la filosofía más elitista" como señala Andrés Barba. .
lunes, 20 de octubre de 2014
jueves, 16 de octubre de 2014
A propósito del 12 de octubre
En esta nueva entrada les compartimos un artículo de Sonia Herrera, colaboradora del blog Cristianismo y Justicia, en el que expone su reflexión sobre su propio descubrimiento de la conquista de América y sus repercusiones, humanas, económicas y políticas.
Detalle del mural La fusión de dos culturas de Jorge González Camarena
Estamos seguros que este texto será un excelente punto de partida para el análisis sobre este acontecimiento.
Como siempre, sus opiniones y comentarios son bienvenidos
miércoles, 15 de octubre de 2014
Trivializar el mal...
En 1961, Adolf
Eichmann, uno de los mayores criminales y arquitectos del Holocausto judío, fue
juzgado y condenado a muerte en Jerusalén por crímenes contra la humanidad.
Hannah Arendt, una filósofa alemana de origen judío, quien se había exiliado en
Estados Unidos, viajó a Israel después de que The New Yorker le pidió
ser quien escribiera del curso del juicio.
Arendt escribió
más de trecientas cuartillas que convirtió en un libro titulado Eichmann en
Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, en el cual no aparece el
monstruo que iba dibujándose a través de una sucesión de relatos atroces en los
que “la piel desgarrada y la carne torturada de los judíos” solo podía ser
producto del “fanático celo y la insaciable sed de sangre” de Eichmann y de sus
cómplices.
La autora veía en
el estrado a un ordinario burócrata del nazismo, “incapaz de expresar una sola
frase que no fuera una frase hecha” que buscaba ser eficiente en las tareas que
se le encomendaban en su búsqueda por ascender. Lo escucha decir en su
declaración final que “él jamás odió a los judíos, y nunca deseó la muerte de
un ser humano”. Su culpa provenía de la obediencia, esa virtud tan alabada;
eran quienes ostentaban el poder los que habían abusado de su obediencia.
Al contrastar “el
execrable horror de los hechos” con la “innegable insignificancia del hombre
que los había perpetrado”, el libro obliga a reflexionar y desafía la idea
generalizada —como explica el escritor Jesús Ferrero—
de que “el mal y su banalidad se ocultan en criaturas extraordinarias”, cuando
la verdad es que hasta el mal más inmundo, puede cobijarse en la estructura
física y mental de un individuo que puede calificarse como normal.
No es necesario,
sin embargo, volver a un hecho como el Holocausto para encontrar expresiones
que banalicen el mal. Abu Ghraib, Srebrenica, Ruanda y recientemente Siria hablan
de ello, igual que la violencia cercana y cotidiana de los asesinos a sueldo de
las bandas criminales en nuestro país o la noticia que salta a la cara sobre
tres adolescentes que asesinan a un estudiante por aburrimiento.
En su trabajo, Hannah
Arendt encontró que los individuos como Eichmann no eran sádicos, ni tampoco
homicidas por naturaleza. Muchos de ellos incluso tenían educación avanzada. De
ahí que el problema radicara, no tanto en dormir su conciencia, “como en
eliminar la piedad meramente instintiva que todo hombre normal experimenta ante
el espectáculo del sufrimiento físico”. Muchos hombres que se habían convertido
en asesinos tenían en la cabeza algo que les era común: “la simple idea de
estar dedicados a una tarea histórica, grandiosa, única”.
Intento traer la
reflexión al escenario actual, luego de ver una foto de Eduardo Verdugo, de Associated Press, en la
que se aprecia a un policía al que un grupo de provocadores ha bañado en
gasolina y prendido fuego, durante la conmemoración de la matanza de
estudiantes del 2 de octubre de 1968. A la difusión de la imagen le siguen
comentarios festivos en redes sociales: “Si los policías no arden, ¿quién
iluminará esta oscuridad?”, “Bien merecido a ese pusilánime que en lugar de
defender al pueblo se abalanza contra él” o “No es legal, pero si muy
divertido, el olor a policía quemado es muy similar al de cerdo quemado” [sic].
Cada vez que
transigimos con el mal lo banalizamos y para que el mal se trivialice —escribía no hace mucho Arnaldo Kraus—,
“es indispensable renunciar a la voluntad, sepultar el disenso, traicionar
principios éticos básicos, enterrar la voz de la conciencia, ignorar la
autocritica y aceptar la sumisión como forma de vida”.
Decía Salman
Rushdie que ninguno de nosotros llega al mundo con las manos vacías; llevamos
con nosotros el bagaje de nuestra herencia biológica y cultural, “puede que nos
creamos libres para elegir, y moralmente responsables de nuestras decisiones
[…] pero el modo en que enmarcamos esas decisiones […] no es algo que decidamos
únicamente nosotros”. Sin embargo, como advertía la escritora checa Monika
Zgustova, Arendt puso de manifiesto que el mal puede ser obra de la gente
común, de aquellos que renuncian a pensar para abandonarse a
la corriente y herir al otro hasta la muerte, mientras creen
desempeñar un papel de cambio. Ellos y sus compañeros de ruta, los que
justifican a través del discurso y dan un valor moral positivo a un acto
criminal,retratan a la perfección ese concepto acuñado hace 50 años: la
banalidad del mal.
Letras Libres, Lorenzo Meyer.
martes, 14 de octubre de 2014
La voz de los filósofos en el 68: Ponencia de Ricardo Mazón en la Ibero el 2 de octubre de 2014
La voz de los filósofos en el 68.
Si, como
afirma Cioran, cada siglo tiene su Edad Media, el 68 es uno de los momentos
medievales de la Era del PRI.
Carlos Monsivais.
El
2 de octubre de 1968 fue un evento que se constituyó en un parteaguas en el
imaginario del México Contemporáneo. El
movimiento estudiantil mexicano, surgió repentinamente, a partir de un conflicto mal resuelto por el
gobierno de la ciudad de México en la
Ciudadela entre los granaderos y estudiantes de la preparatoria particular Isaac Ochotorena, la prepa 2 de la UNAM, y de las vocacionales número 2 y 5 que sucedió
el 23 de julio de 1968.[1] El Gobierno subió de nivel la represión y los
estudiantes elevaron la proporción de sus protestas. Ciertamente la indignación
ante el autoritarismo del Estado fue la primera causa de este fenómeno.
Si
hacemos un esquema espacial, podemos decir que fue un movimiento que surgió en
el Centro de la República extendiéndose con reverberaciones de variada
intensidad hacia la Provincia.[2]
Si hacemos un esquema cronológico,
tenemos un movimiento que inició
el 23 de julio con una pelea estudiantil reprimida, la cual generó una
indignación creciente con grado
igual de censura, cuyo momento más
álgido fue la matanza estudiantil del 2
de octubre; pero que no se acabó ese día, sino que continuó con débiles
protestas, hasta la disolución del Comité
Nacional de Huelga el 6 de diciembre del mismo año.[3] Alrededor de cuatro meses de confrontación.
Jorge
Volpi menciona que había una inconformidad con el sistema mundial en los años
sesenta, que sus causas son atribuidos a una multitud de factores: la
abundancia económica de la posguerra, el creciente interés por la espiritualidad,
la deshumanización tecnológica, la
expansión de los sistemas universitarios, la influencia de estrellas pop, como
los Beatles, la brecha entre padres e hijos, la oposición a la guerra de
Vietnam y pensadores como Herbert
Marcuse.[4]
Desde
de una perspectiva de la Filosofía
Política, específicamente la de Norberto Bobbio, el 68 mostró otra forma
de ejercer el poder. Fue una ruptura entre las reglas, actores y
comportamientos dentro de una democracia. Hizo surgir nuevos actores políticos
constituidos por grupúsculos, en vez de partidos políticos; creó nuevas formas
de hacer política mediante las
asambleas, manifestaciones, mítines, ocupaciones de lugares públicos, interrupción de clases y
reuniones académicas [5] Expresó otra manera de entender la representación
de la voluntad general. En la representación de los poderes estatales, el
representante es alguien a quien se le delega el poder, que representa los
intereses generales y no particulares, y por ende, no sigue un principio de mando imperativo.[6]
En cambio,
Las
luchas estudiantiles hicieron volar por los aires sus propios organismos
representativos porque los representantes eran fiduciarios y no delegados, e
impusieron mediante asambleas el principio del mandato imperativo. Al mismo
tiempo quedaba claro que se trataba de una representación orgánica, es decir,
de intereses particulares. Se trata de la representación en la que el
representante debe pertenecer al mismo oficio del representado.[7]
Se
ejercitaron tácitamente los principios de la democracia directa y de revocación
de mandato.[8]
Según Bobbio, el modelo republicano de Rousseau era el más cercano al que
tenían más o menos en mente los protestantes del 68, salvo los adscritos a
causas marxistas-leninistas y viejos estalinistas.[9] Para
Giovanni Sartori ese concepto de democracia era nocivo para América Latina, no
permitía construir democracias representativas, tenía que ser superado, pues no
llevaba a nada.[10]
El PRI, no era una dictadura, sino un partido hegemónico que tenía que
transitar a un sistema electoral pluralista.[11]
Luis
Villoro sostuvo una posición intermedia
entre Bobbio y Sartori. Vio en el 68 un movimiento de democracia directa oportuno, pero que decayó
debido a su naturaleza espontánea que conllevaba desorganización, ineficacia
ejecutiva, falta de una dirección coherente y continua.[12] No
obstante, Villoro creía que había sido un movimiento refrescante de entusiasmo
libertario, que bogó por un cambio en la moral social, por reformas políticas, por el cumplimiento real de la Constitución,
un movimiento que coincidió con la indignación de las clases medias ante la
corrupción y las mentiras, pero que se topó con el realismo político. Este
pensador mexicano calificó como revolucionario a dicho movimiento, pero
solamente en el sentido de irrupción en una sociedad estática y enajenada.
También creyó que la cultura mexicana
había cambiado con ese evento sin poderlo expresar en una fórmula.[13]
Por su cuenta, Adolfo Sánchez Vázquez comentó
que en aquella época el movimiento del 68 mexicano se adjetivó como
revolucionario, reformista, democrático, estudiantil y popular. Pues bien, Sánchez Vázquez denunció que, como tal, el movimiento careció de muchas de esas cosas, pues no se cambió radicalmente
nada (y los más radicales en el discurso eran infiltrados, como aquel que tenía
el nombre de un griego que bebió la cicuta), tampoco propuso avances
concretos dentro del sistema, ni mecanismos para hacer cambios, ni buscó reivindicaciones curriculares o pidió algún beneficio exclusivo para el estudiantado;
tampoco fue popular en el sentido de incorporar activamente a la clase
trabajadora, y mucho menos la sindicalizada, a su movimiento. No obstante,
Sánchez Vázquez sí aceptó que el 68 fue popular en otro sentido, porque
reivindicó intereses de la comunidad y
porque fue aceptado en amplios sectores
de la sociedad. También admitió que fue un movimiento estudiantil porque se
inició con estudiantes, por una riña entre ellos, y porque fundamentalmente sus
integrantes fueron estudiantes de distintos niveles educativos. Para este
filósofo transterrado, el 68 fundamentalmente consistió en un movimiento
antiautoritario, que cuestionó no sólo
la autoridad política a nivel gubernamental, sino en el seno mismo de la
familia, los sexos, la docencia y las generaciones, de tal manera que el poder
cobrara un cariz moral.[14]
Para
Bolívar Echeverría el 68 mexicano tuvo una mayor carga de realidad que los
movimientos estudiantiles europeos: “lo que intenta el movimiento del 68 en ese
corto período de tiempo es obligar al gobierno mexicano a respetar y refrendar
su auto presentación como un Estado democrático”.[15] Y a
diferencia de lo que pensaba Sánchez Vázquez, no era un movimiento estudiantil,
sino uno perteneciente a la Ciudad de México, ya que la ciudadanía capitalina
se involucró fuertemente con él. Dice Echeverría que entre los defeños había
resentimientos desde la década de los cincuenta hacia el autoritarismo del
regente Uruchurtu, específicamente a su política violenta contra los barrios
durante la construcción de la avenida del Paseo de la Reforma, y a la
relocalización de la intelectualidad universitaria del Centro de la Ciudad a la
Ciudad Universitaria. Esto produjo mucha
indignación en aquella época en la Capital de la República.[16]
Por lo tanto, fue un movimiento estudiantil altamente localista. Lo que, tal
vez perdió de contexto Echeverría es que
en 1968, 7 de los 45 millones de habitantes que tenía México, vivían en
el Distrito Federal.[17]
Bobbio
vio en los movimientos estudiantiles la
posibilidad de hacer democracia de otra manera a la del Estado que se debe de
considerar para el futuro. Sartori vio
un tipo de democracia que hay que dejar en el pasado. Villoro vio un
experimento espontáneo y fallido de
democracia directa que, en un afán libertario, cambió a la cultura de nuestro
país. Sánchez Vázquez vio un movimiento
estudiantil que se quedó corto respecto a los atributos que se le predicaron,
pero cuya valía residió en la crítica moral al autoritarismo en todas sus
manifestaciones. Echeverría vio un movimiento local de enojo contra la
autoridad, que retó al Estado a verdaderamente ser democrático. Las lecturas que dan de este suceso son valiosas
y nos retan a aprender del 68 para hacer propuestas filosóficas de cambio.
Ahora,
veamos el rol que tuvo la filosofía durante aquel movimiento estudiantil. Para
eso daré un antecedente que contextualiza a los eventos que sucedieron. Cuando
surgió el movimiento estudiantil, en la
izquierda mexicana hubo dos tipos de reacciones, según cuenta Roger Bartra: una
vio como positivo al movimiento; la otra, como negativo. Bajo la primera línea,
José Revueltas –quien aunque no era filósofo de profesión, estudiaba la
filosofía marxista- señaló que el 68 era la aparición temporal de un
proletariado ausente, sobre la cual se tendría que teorizar adecuadamente, que
ese evento daría paso a la Revolución, como en su momento lo hizo la matanza de
Río Blanco de 1907; Tlatelolco era una
señal de que la historia aceleraba sus ritmos. Bajo la segunda línea, el filósofo y político Vicente Lombardo
Toledano opinó que ese movimiento era una burda imitación de París, que
carecían los estudiantes de un sentido ideológico, que la verdadera izquierda
nada tenía que ver con esos disturbios.[18]Él y
su partido (el Partido Popular Socialista) solicitaban que los alumnos
regresaran a clases en las universidades. Después, en un panfleto titulado La juventud en el mundo y en México, publicó el 1 de octubre del 68 una condena
del movimiento estudiantil, por considerarlo perjudicial para el avance de lo que
la Revolución Mexicana había logrado. Este texto salió un día antes de la
matanza, Lombardo Toledano murió seis semanas después.[19] No
obstante, Lombardo Toledano, calificó la represión estudiantil como obra de la
CIA y los grupos de extrema derecha. En ese punto, tenía razón.
Ahora veamos que hicieron los estudiantes. La
Facultad de Filosofía y Letras de la
UNAM, fue muy activa en este
movimiento. Hay dos anécdotas dignas de
rescatarse. Primera: fue muy claro el reproche del estudiantado hacia la
indiferencia de las otras generaciones que había permitido un país tan
autoritario; por eso crearon el Paseo de los Momizos en la Facultad de
Filosofía y Letras, que era una colección de bustos para homenajear a los
próceres de la Academia que sólo los criticaban y no hacían nada.[20]
Segunda: está el testimonio de un
estudiante brigadista de Filosofía que dio una “ponencia didáctica” a los
policías afuera de la delegación de Bretaña, exhortándolos a reflexionar, a
renunciar a la violencia y a desengañarse del cuerno de la abundancia. El joven
recibió aplausos y vítores de parte de los agentes de seguridad.[21]
También
humo maestros que se sumaron al movimiento.
Se formó la Coalición de
Profesores de Enseñanza Media y Superior Pro Libertades Democráticas,
abrazando el pliego petitorio de los alumnos.[22]
Como delegado del profesorado de Filosofía y Letras fue designado Luis Villoro.
Él consideró que el movimiento era una “eclosión de valor cívico, de
generosidad, de inteligencia que se extendió como un viento fresco, sobre la
Universidad, sobre el país entero. En un momento sentimos que todo el
conformismo, la cobardía, el egoísmo que habíamos vivido las generaciones
anteriores, no valía nada”.[23]
Igualmente, el lógico Eli de Gortari fue
dirigente de la Asociación de Profesores
e Investigadores de Carrera de la UNAM y participó de la movilización; fue
arrestado el 18 de septiembre en la toma del ejército de CU. Sus declaraciones
eran muy críticas; cuenta Pablo Gómez que en un mitin, de Gortari expresó que
las autoridades habían violado del primero al último de los artículos de la
Constitución.[24]
No obstante, siempre rechazó las
acciones belicosas y radicales que promovían los Sócrates Campos y Fausto
Trejo, creía que no se debía sobreestimar la fuerza del movimiento.[25]
Aún así, fue procesado por rebelión, asociación delictuosa sedición y ataque a
las vías generales de comunicación, ni más ni menos que por la orden judicial
del famoso “juez de hierro”, Eduardo Ferrer MacGregor, quien era el favorito
del sistema para encarcelar a estudiantes y profesores.[26]
Estuvo preso en Lecumberri por casi dos años y medio.[27] El filósofo Nicolás Molina Flores, de la
Escuela Nacional Preparatoria también fue arrestado y encerrado en esa misma
prisión. Éste, tenía un amigo en el extranjero que había conocido en el Congreso
Internacional de Filosofía de 1963 en la ciudad de México, su nombre era Rudolf
Carnap. El 22 enero de 1970 Carnap
visitó en Lecumberri a su amigo Molina y conoció a Eli de Gortari, quien era su
admirador. Con de Gortari platicó
de Filosofía, con Molina sobre la posibilidad de que pudiera migrar fuera de México: a Inglaterra o a
Estados Unidos. Terminó la visita. Regresó a su Norteamérica. Elaboró un
informe breve que apareció como noticia en el número 24 del Journal of Philosophy de la American Philosophical Association en el
que denunciaba el encarcelamiento de filósofos en México.[28] Otra reacción digna de recordarse de
filósofos del extranjero es la de Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre y Pierre
Vidal-Naquet, quienes junto con otros intelectuales franceses, poco después de
la matanza de Tlatelolco, el 6 de octubre enviaron un telegrama al presidente
Díaz Ordaz solicitando que reprobara la agresión policiaca y militar, que
reasumiera el diálogo con los estudiantes y que no destruyera la imagen del
país.[29]
Vuelvo al contexto nacional. Wenceslao Roces, Adolfo
Sánchez Vázquez asistieron y opinaron en
reuniones de la Facultad;[30]
Ramón Xirau apoyó también el movimiento y llegó a ser catalogado como posible
terrorista por la postura oficialista.[31]
Con una participación mediática –aunque
no exclusivamente así- Ricardo Guerra, Eduardo Nicol y Leopoldo Zea
intervinieron defendiendo la autonomía universitaria y al estudiantado. El
primero (Guerra) escribió que no estaba en contra de la autoridad, sino del
autoritarismo, que hay que educar a los
hijos responsables; para ello hay que enseñarles el respeto a la libertad, a la
autoridad y a sí mismos en el marco de una educación libre.[32] El
segundo (Nicol), señaló que apoya y admiraba a los estudiantes y profesores
militantes que defendían el pliego petitorio, que era propuesta astuta, pero no
radical, que no podía asociarse con esos grandes movimientos populares.[33]
El tercero (Zea), quien entonces era el
director de la Facultad de Filosofía y Letras,
escribió el 6 de agosto en Novedades
un artículo que se llamaba Reafirmación
de la autonomía universitaria, declarando: “La unidad universitaria que se
ha hecho patente en esta protesta puede ser inicio de la posibilidad de la única forma de pleno
orden universitario, el moral, que descansa en la capacidad de todos y cada uno
de sus miembros para respetarlo y hacerlo respetar”.[34]
Los
filósofos, con sus debidas excepciones,
no fueron de mucho agrado para
el gobierno mexicano, el cual infiltró a la Facultad de Filosofía y Letras
y los movimientos de izquierda que
cultivaban la filosofía marxista. Hasta hubo una calificación desde los Pinos
de la influencia de un filósofo de
izquierda extranjero, Herbert Marcuse,
que había influido en la juventud
mexicana, bajo la etiqueta en plural de
“filósofos de la destrucción”.[35] Como ya saben la historia terminó cuando el
gobierno dio vuelta a la página y se realizó las Olimpiadas con una paz forjada
con sangre.
Por
último y para concluir, he de decir que el 68 fue un movimiento
estudiantil de origen multifactorial que
replanteó la relación con el poder, que reflejó demandas sociales; pero también
es una historia de imágenes difusas que
se cuenta, recrea e interpreta, es
un símbolo político no-estatal
sobre el Estado. Vive en el imaginario de estudiantes
universitarios, de filósofos, de la sociedad civil y autoridades como un mito. Pero, especialmente el 68 está presente en
Tlatelolco, donde la sangre se ha derramado milenariamente con las pugnas entre
tlatelolcas y tenochcas, entre nahuas y españoles, el Tlatelolco devastado por las pestes de la
Colonia, el de las pugnas entre hermanos
de un lugar marginado del México
Independiente, el herido por el sismo
del 85, el del olvido gubernamental de
una cincuentenaria unidad habitacional que, una vez al año, escucha un
tumultuoso grito que susurra: “2 de octubre no se olvida”.
Bibliografía
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Jorge Volpi, La imaginación y el poder. Una historia
intelectual de 1968, edit. Era, México, 2008.
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Norberto
Bobbio, El futuro de la democracia, 2ª ed., México, 2000.
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Pablo
Gómez, 1968: la historia también está hecha de derrotas, Miguel Ángel
Porrúa, 2008.
·
Raúl
Jardón, 1968, El fuego de la esperanza, edit. Siglo XXI, México, 1998.
Tesis
·
.
Héctor Jiménez Guzmán, El 68 y sus rutas
de interpretación: una crítica historiográfica, tesis de maestría, UAM,
México, 2011.
[1]
Pablo Gómez, 1968: la historia también
está hecha de derrotas, Miguel Ángel Porrúa, 2008, p. 35 y ss. La represión desmedida del
cuerpo policiaco capitalino ocasionó un paro de 48 horas en las dos vocacionales
citadas y una marcha de protesta de la Ciudadela hacia el Casco de Santo Tomás,
convocada por la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos. Pero, este
movimiento, no sólo se nutrió de la indignación ante la actuación de un Estado
autoritario y represivo, sino también se le sumaron los sueños izquierdistas
del Centro Nacional de Estudiantes Democráticos, que marchó junto con ellos, y luego se
dirigió al Zócalo para conmemorar la Revolución Cubana, lo cual hizo que los
medios y el gobierno hablaran de una conspiración comunista y justificara una
nueva represión.
[2] Hacia
los meses de abril-mayo, ya se
habían dado algunas protestas
estudiantiles en Michoacán y Sonora. Fueron reprimidos y estudiantes de Tabasco
habían marchado en solidaridad con ellos.
La revista Siempre condenó el movimiento, señaló que ese no era el
camino.
[3] http://www.tlatelolco.unam.mx/docs/cronologia_memorial.pdf
(consultado el 7 de agosto del 2014).
[4] Jorge Volpi, La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968, edit.
Era, México, 2008, p. 154.
[5] Norberto
Bobbio, El futuro de la democracia,
2ª ed., FCE, México, 2000, p. 79.
[6]
El mandato imperativo es explicado por Norberto Bobbio en su libro Liberalismo y Democracia. El mandado
imperativo consiste en que el representante popular tome decisiones por orden
y en función de los intereses concretos
y particulares del sector del electorado que nombró.
[7] Ibid, p.55.
[8] Ibid, p. 79.
[9] Ibid, p, 89.
[10]
Cfr. Diego Achard (comp.), Gobernabilidad:
un reportaje para América Latina, FCE/PNUD, México, 1997.
[11]
Cfr. la entrevista que le hizo canal 22: Reflexiones sobre la democracia en
México en: https://www.youtube.com/watch?v=6UtrlQx4RTw
(consultado el 10 de agosto del 2014).
[12]
http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/ojs_rum/files/journals/1/articles/10779/public/10779-16177-1-PB.pdf
(consultado el 7 de Agosto del 2014).
[13]
Ibídem.
[17] Jorge Volpi, La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968, edit.
Era, México, 2008, p.42.
[18]
Ibíd..., p. 229.
[19]
El PPS obviamente reprobó dicha matanza después de que ocurrió. Y se añadió a
la tesis de Lombardo Toledano de que había sido provocada desde el extranjero.
[20]
Carlos Monsivais, Op. Cit., p. 89.
[21]
Ibid., p. 180.
[22] Jacinto Rodríguez Munguía, 1968: todos los culpables, edit. Debate,
México, 2008, p.41 y 51.
[23] http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/ojs_rum/files/journals/1/articles/10779/public/10779-16177-1-PB.pdf (consultado el 7 de agosto del 2014).
[24] Pablo
Gómez, op. cit, p. 145.
[25]
Ibid., p. 187.
[26] Jacinto
Rodríguez Munguía, 1968: todos los
culpables, edit. Debate, México, 2008, p. 231.
[27]
Cfr. http://dcsh.izt.uam.mx/cen_doc/cefilibe/images/banners/enciclopedia/Diccionario/Autores/FilosofosMexicanos/Gortari_Elide-AaronBravo.pdf (consultado el 8 de agosto del 2014).
[28] http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1665-13242011000200008&script=sci_arttext (consultado el 8 de agosto del 2014).
[29] Jorge
Volpi, La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968, edit. Era,
México, 2008, p. 340.
[31]
Jorge Volpi, La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968, edit.
Era, México, 2008, p. 375.
[32]
Ibid., p. 248.
[33]
Ibíd..., p. 316.
[34] Ibid., p. 237; y http://es.wikipedia.org/wiki/Leopoldo_Zea_Aguilar (consultado el 8 de agosto del 2014).
[35]
Ibídem. Después de la masacre estudiantil, en el gobierno, incluso hasta entre
miembros del PAN y el pseudo-líder estudiantil Sócrates Campus Lemus, se empezó
a construir una teoría conspiracionista que apuntaba hacia los intelectuales
como desestabilizadores que manipularon a la juventud.
[1]
Pablo Gómez, 1968: la historia también
está hecha de derrotas, Miguel Ángel Porrúa, 2008, p. 35 y ss. La represión desmedida del
cuerpo policiaco capitalino ocasionó un paro de 48 horas en las dos vocacionales
citadas y una marcha de protesta de la Ciudadela hacia el Casco de Santo Tomás,
convocada por la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos. Pero, este
movimiento, no sólo se nutrió de la indignación ante la actuación de un Estado
autoritario y represivo, sino también se le sumaron los sueños izquierdistas
del Centro Nacional de Estudiantes Democráticos, que marchó junto con ellos, y luego se
dirigió al Zócalo para conmemorar la Revolución Cubana, lo cual hizo que los
medios y el gobierno hablaran de una conspiración comunista y justificara una
nueva represión.
[2] Hacia
los meses de abril-mayo, ya se
habían dado algunas protestas
estudiantiles en Michoacán y Sonora. Fueron reprimidos y estudiantes de Tabasco
habían marchado en solidaridad con ellos.
La revista Siempre condenó el movimiento, señaló que ese no era el
camino.
[3] http://www.tlatelolco.unam.mx/docs/cronologia_memorial.pdf
(consultado el 7 de agosto del 2014).
[4] Jorge Volpi, La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968, edit.
Era, México, 2008, p. 154.
[5] Norberto
Bobbio, El futuro de la democracia,
2ª ed., FCE, México, 2000, p. 79.
[6]
El mandato imperativo es explicado por Norberto Bobbio en su libro Liberalismo y Democracia. El mandado
imperativo consiste en que el representante popular tome decisiones por orden
y en función de los intereses concretos
y particulares del sector del electorado que nombró.
[7] Ibid, p.55.
[8] Ibid, p. 79.
[9] Ibid, p, 89.
[10]
Cfr. Diego Achard (comp.), Gobernabilidad:
un reportaje para América Latina, FCE/PNUD, México, 1997.
[11]
Cfr. la entrevista que le hizo canal 22: Reflexiones sobre la democracia en
México en: https://www.youtube.com/watch?v=6UtrlQx4RTw
(consultado el 10 de agosto del 2014).
[12]
http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/ojs_rum/files/journals/1/articles/10779/public/10779-16177-1-PB.pdf
(consultado el 7 de Agosto del 2014).
[13]
Ibídem.
[17] Jorge Volpi, La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968, edit.
Era, México, 2008, p.42.
[18]
Ibíd..., p. 229.
[19]
El PPS obviamente reprobó dicha matanza después de que ocurrió. Y se añadió a
la tesis de Lombardo Toledano de que había sido provocada desde el extranjero.
[20]
Carlos Monsivais, Op. Cit., p. 89.
[21]
Ibid., p. 180.
[22] Jacinto Rodríguez Munguía, 1968: todos los culpables, edit. Debate,
México, 2008, p.41 y 51.
[23] http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/ojs_rum/files/journals/1/articles/10779/public/10779-16177-1-PB.pdf (consultado el 7 de agosto del 2014).
[24] Pablo
Gómez, op. cit, p. 145.
[25]
Ibid., p. 187.
[26] Jacinto
Rodríguez Munguía, 1968: todos los
culpables, edit. Debate, México, 2008, p. 231.
[27]
Cfr. http://dcsh.izt.uam.mx/cen_doc/cefilibe/images/banners/enciclopedia/Diccionario/Autores/FilosofosMexicanos/Gortari_Elide-AaronBravo.pdf (consultado el 8 de agosto del 2014).
[28] http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1665-13242011000200008&script=sci_arttext (consultado el 8 de agosto del 2014).
[29] Jorge
Volpi, La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968, edit. Era,
México, 2008, p. 340.
[31]
Jorge Volpi, La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968, edit.
Era, México, 2008, p. 375.
[32]
Ibid., p. 248.
[33]
Ibíd..., p. 316.
[34] Ibid., p. 237; y http://es.wikipedia.org/wiki/Leopoldo_Zea_Aguilar (consultado el 8 de agosto del 2014).
[35]
Ibídem. Después de la masacre estudiantil, en el gobierno, incluso hasta entre
miembros del PAN y el pseudo-líder estudiantil Sócrates Campus Lemus, se empezó
a construir una teoría conspiracionista que apuntaba hacia los intelectuales
como desestabilizadores que manipularon a la juventud.
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