SUPRESIÓN Y RESTAURACIÓN DE LA
COMPAÑÍA
Lectura sapiencial en tiempos
de poda
Benjamín González Buelta
S.J.
1. Un signo de muerte y de
vida.
Cuando avanzaba la disolución de
la Compañía por Portugal, España y Francia, entre los más empeñados en esta
tarea de exterminio, corría de mano en mano un dibujo llamado “árbol jesuítico”.
Las ramas gruesas tenían el nombre de las naciones donde estaba enraizada la
Compañía, las ramas pequeñas el de las provincias y las hojas el de las ciudades
donde vivía alguna comunidad de jesuitas. El hacha se afilaba en las cortes
borbónicas para ir cortando las ramas una tras otra. En el evangelio de Juan
encontramos la parábola de la vid y los sarmientos (Jn 15,1-11), que nos
acompañará como hilo conductor en esta reflexión sapiencial. En ella Jesús se
comprende a sí mismo y se explica ante sus discípulos de todos los tiempos.
Durante los cuarenta años en los que la Compañía estuvo suprimida los jesuitas
vivieron un proceso pascual muy intenso. Leer estos años sólo con lenguaje de
injusticia, de lamento y de pérdida, no respeta la obra de Dios ni la
inspiración y novedad que él nos ofrece en toda poda, el Padre es el agricultor
y puede convertir los hachazos dirigidos hacia la muerte en un futuro de vida de
más calidad para tiempos nuevos.
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